I. La iglesia católica o universal, que es invisible, se compone del número completo de los elegidos que han sido, son o serán reunidos en uno bajo Cristo, su cabeza; y es la esposa, el cuerpo, la plenitud de Aquel que llena todo entodos1.
1. Ef. 1:10, 22, 23; 5:23, 27, 32; Col. 1:18.
II. La iglesia visible, que bajo el evangelio también es católica o universal (no está limitada a una nación como anteriormente en el tiempo de la Ley), se compone de todos aquellos que en todo el mundo profesan la religión verdadera1, juntamente con sus hijos2, y es el reino del señor Jesucristo3, la casa y familia de Dios4, fuera de la cual no hay posibilidad de salvación5.
1. 1 Co. 1:2; 12:1, 13; Sal. 2:8; Ap. 7:9; Ro. 15:9-12.
2. 1 Co. 7:14, Hch. 2:39; Ez. 16:20-21; ro. 11:16; Gn. 3:15; 17:7.
3. Mt. 13:47; Is. 9:7.
4. Ef. 2:19; 3:15.
5. Hch. 2:47.
III. A esta iglesia católica visible ha dado Cristo el ministerio, los oráculos y los sacramentos de Dios, para reunir y perfeccionar a los santos en esta vida y hasta el fin del mundo; y por su propia presencia y espíritu, de acuerdo con su promesa, los hace eficientes para ello1.
1. 1 Co. 12:28; ef. 4:11-13; Is. 59:21, Mt. 28:19, 20.
IV. Esta iglesia católica ha sido más visible en unos tiempos que en otros 1; y las iglesias específicas que son parte de ella son más puras o menos puras, según se enseñe y abrace la doctrina del evangelio, se administren los sacramentos y se celebre con mayor o menor pureza el culto público en ellas2.
1. Ro. 11:3, 4; Ap. 12:6, 14.
2. 1 Co. 5:6, 7; Ap. 2 y 3.
V. Las más puras iglesias existentes bajo el cielo, están expuestas tanto a la impureza como al error1, y algunas han degenerado tanto que han llegado a ser, no iglesias de Cristo, sino sinagogas de Satanás2 . Sin embargo, siempre habrá una iglesia en la tierra para adorar a Dios conforme a su voluntad3.
1. 1 Co. 13:12, Mt. 13:24-30, 47, Ap. 2 y 3.
2. Ap. 18:2; Ro. 11:18-22.
3. Mt. 16:18; 28:19-20; Sal. 72: 17; 102:28.
VI. No hay más cabeza de la iglesia que el Señor jesucristo1; y no puede en ningún sentido el Papa de Roma ser cabeza de ella; ya que es aquel Anticristo, aquel hombre de pecado e hijo de perdición que se exalta en la iglesia contra Cristo y contra todo lo que se llama Dios2.
1. Co. 1:18, ef. 1:22.
2. Mt. 23:8-10; 2 Ts. 2:3, 4, 8, 9; Ap. 13:6.